F. A. HAYEK, A DIECIOCHO AÑOS DE SU PARTIDA…
Por Marcelo Ballardini y Ariel Tejera.
“The price system is just one of those formations
which man has learned to use (though he is still
very far from having learned to make the best use of it)
after he had stumbled upon it without
understanding it”
F. A. Hayek.[1]
En ocasión de cumplirse el XVIII aniversario del fallecimiento del profesor Friedrich A. von Hayek, resulta oportuno dedicar unas breves líneas en conmemoración de la vida y obra de este destacado académico de las Ciencias Sociales. A continuación se tratarán brevemente algunos hechos sobresalientes en la vida del destacado especialista y se analizarán alguno de sus aportes, principalmente relacionados al ámbito económico.
Su vida.
Hayek nació en Viena, en 1899, en el ceno de una familia de distinguidos académicos. A la edad de 19 años ingresó a la Universidad de Viena, uno de los centros de estudio más prestigiosos de Europa de ese momento. Si bien se enroló en leyes, sus principales intereses estaban relacionados con la economía y la psicología. Obtuvo sus doctorados en 1921 y 1923 (Jurisque Juris y Rerum Politicarum).
En 1924, comenzó a asistir al famoso Privatseminar que Ludwing von Mises realizaba en la Cámara de Comercio Austríaca. A dicho seminario también asistieron otros destacados economistas, como Machlup, Morgenstern y Haberler. De todas formas, debe destacarse, como lo hace Juan Carlos Cachanosky [2], que Hayek fue uno de los principales discípulos de Mises, si bien hace la salvedad de que nunca pudo abandonar totalmente las influencias de Wieser (quien simpatizaba con los ideales del socialismo fabiano).
Sus importantes aportes e investigaciones sobre las fluctuaciones y el origen de los ciclos de los negocios, relacionados a la expansión crediticia y a la transmisión en términos de malas inversiones (“malinvestments”) de capital, lo llevaron a ganarse una invitación de Lionel Robbins (otro asistente al Seminario de Mises) para dictar una serie de conferencias en la London School of Economics and Political Science. Luego, fue contratado por dicha casa de estudios, y permaneció en Londres desde 1931 hasta 1950, asumiendo la cátedra Tooke de dicha institución. Alguna de las principales ideas del Hayek de esta época pueden encontrarse en sus obras Precios y producción (1931) y en La teoría monetaria y el ciclo económico (1933). Estos trabajos constituían una respuesta a la teoría keynesiana. Es importante recordar que Hayek y Keynes mantuvieron un arduo debate en torno al ciclo económico y a la posibilidad de ejercer una política activa para estabilizarlo. Aunque su relación personal nunca fue hostil, este debate aun no ha sido saldado, y se ha reavivado durante la última crisis.
Hayek, en 1950 emigró a EEUU para formar parte de la Cátedra de Sociología en la universidad de Chicago (lamentablemente nunca pudo ingresar como parte de la Cátedra de Economía). Permaneció allí hasta 1962. Luego comenzó a dictar clases en la Universidad de Friburgo. En 1969 regresó a Austria, donde enseñó como profesor visitante en la Universidad de Salzburgo.
Un hecho importante a destacar es que Hayek abandonó sus investigaciones en teoría económica para concentrarse en otras áreas, como la filosofía, el derecho, la política y la psicología. Esto coincide con el momento de su partida de LSE. Desde entonces, como lo afirma Peter Klein, “Austrian economics entered a prolonged eclipse” [3].
Finalmente, luego de varios años, Hayek obtuvo su merecido reconocimiento al recibir en 1974 el Premio Nobel, junto a Gunnar Myrdal, “…por su trabajo pionero en la teoría del dinero y de las fluctuaciones económicas, y por su penetrante análisis de la interdependencia de la economía, y los fenómenos sociales e institucionales…” [4]. Luego de esto, se produjo un renovado interés en las ideas de la Escuela Austríaca de Economía, un verdadero “revival”. Hayek, falleció el 23 de marzo de 1992, a los 92 años, en Friburgo, Alemania.
Siguiendo a Peter Klein [5], se puede afirmar que el legado de Hayek en las Ciencias Económicas es complejo. Sus aportes fueron innumerables. En cuanto a la economía ortodoxa, entre las obras e ideas de Hayek que mayores repercusiones alcanzaron, pueden destacarse: su famoso libro Camino a la servidumbre (1944), sus trabajos sobre conocimiento y sobre los precios como señales. En cuanto a influencia sobre la Escuela Austríaca de Economía, no puede dudarse de que ha sido inmensa, pero también debe destacarse que ha generado grandes controversias y en los últimos tiempos ha abierto caminos separados para el desarrollo de la investigación al interior de la tradición austriaca.
El ciclo económico.
Basándose en la Teoría del dinero y del Crédito (1912) de Mises, Hayek demostró que el empleo y el producto están relacionados a la estructura del capital de la economía. En Precios y producción introdujo las herramientas que actualmente se conocen como “triángulos hayekianos”, los cuales representan la relación entre el valor de los bienes de capital y su lugar en la secuencia de producción. En palabras de George Garrison, “Triángulos de diferentes formas suministran una apropiada y muy estilizada forma de describir los cambios en las pautas intertemporales en la estructura del capital de la economía” [6]. De esta forma se puede observar claramente el incapié que hace Hayek en la idea de que la producción transcurre a lo largo del tiempo. Así, el problema macroeconómico central, está dado por la coordinación intertemporal: de un lado se encuentran las preferencias intertemporales de consumo presente y consumo futuro (ahorro) y del otro las decisiones de producción e inversión. Hayek plantea que una expansión artificial del crédito produce distorsiones en los precios relativos generando una asignación ineficiente de recursos. Esta situación, producto de señales falsas, no puede sostenerse salvo que continúe la expansión monetaria. De todas formas, siempre llega un punto donde ésta se torna insostenible (se desata un proceso inflacionario) y deviene un proceso de ajuste, de liquidación de las malas inversiones.
Los precios, el conocimiento y la competencia.
Para continuar, resulta interesante utilizar como punto de partida la siguiente cita, tomada del famoso artículo de Hayek que lleva por título “El uso del conocimiento en la sociedad” (1945):
The economic problem of society is thus not merely a problem of how to allocate “given” resources—if “given” is taken to mean given to a single mind which deliberately solves the problem set by these “data.” It is rather a problem of how to secure the best use of resources known to any of the members of society, for ends whose relative importance only these individuals know. Or, to put it briefly, it is a problem of the utilization of knowledge which is not given to anyone in its totality.”
De aquí deviene el por qué de los grandes problemas que se generan cuando se intenta establecer (o construir) un orden económico racional: el conocimiento no está dado, se encuentra disperso, en poder de los individuos. Todo esto está íntimamente ligado al viejo y reiterado debate acerca de intervención/planificación centralizada vs. no intervención/competencia/planificación descentralizada (famoso debate acerca de la posibilidad de Cálculo Económico en el Socialismo).
Uno de los argumentos que Hayek esgrime contra la planificación centralizada es la distinción entre dos tipos de conocimiento: el científico y el desorganizado o disperso. En relación a este último afirma Hayek que:
“It is with respect to this that practically every individual has some advantage over all others because he possesses unique information of which beneficial use might be made, but of which use can be made only if the decisions depending on it are left to him or are made with his active coöperation.” [7]
Este segundo tipo de conocimiento está formado entre otros factores por la propia experiencia de los individuos, derivada por ejemplo, del conocimiento específico que tienen de su puesto de trabajo, de las condiciones climáticas de la región en la que se desempeñan, del conocimiento de los gustos de su clientela, etc. Se encuentra íntimamente relacionado con las condiciones de tiempo y lugar. Según Hayek, este tipo de conocimiento no se encuentra fácilmente disponible. No se encuentra “dado”, al alcance del planificador. Y esto dificulta la tarea de éste, llevándolo a tomar decisiones de producción que generan asignaciones no óptimas de los recursos. Para Hayek, los precios son una mejor opción para coordinar las acciones de los individuos cuyo conocimiento se encuentra disperso. Entiende la función del sistema de precios es la de ser un mecanismo para comunicar información.
Junto a todo esto, Hayek destaca la importancia de la competencia. En su famoso artículo “La competencia como proceso de descubrimiento” (1968), Hayek afirma que:
“…dondequiera que se pueda justificar racionalmente el uso de la competencia, ello será sólo sobre la base de que no conocemos anticipadamente los hecho que determinan las acciones de los competidores […] sería inútil organizar competencias si supiéramos de antemano quién será el ganador […] propongo que la competencia sea considerada un procedimiento para descubrir hechos que, de no recurrir a ella, serían desconocidos para todos, o por lo menos, no serían utilizados.”
Esboza una fuerte crítica a las ideas más “clásicas” del término, llegando a plantear que el análisis realizado por la teoría económica ortodoxa, al partir de unos supuestos “datos dados” (recursos, gustos, tecnología, etc), deja abierta la puerta para que sus detractores propongan que es posible prescindir de ella (de la competencia) o bien dejarla funcionar hasta alcanzar la producción y luego corregir o redistribuir del modo deseado. Para Hayek los “datos” no están dados, y por ello debe recurrirse a la competencia para conocerlos. Es por esto que afirma que en el modelo de “competencia perfecta” en realidad no hay competencia ya que se parte del supuesto de que toda la información es conocida de antemano; de esta forma la tarea de la competencia (descubrir los “datos”) aparece como ya realizada. Por todo esto es que sostiene, también, que la idea de equilibrio utilizada por la ortodoxia para describir la situación en la que deriva la competencia es poco feliz, prefiriendo utilizar alternativamente el término “orden”.
Los resultados de la competencia no pueden ser previstos. Hayek, además, nos advierte que la competencia también incluye la desilusión y la derrota, no dejando éstas de poseer una arista provechosa.
A modo de ejemplo de lo enunciado hasta aquí, imaginemos una carrera de atletismo. Todos los participantes intentarán dar lo mejor de sí mismos para triunfar. El ganador se “descubre” al finalizar la prueba, se desconoce hasta el momento en que concluye en evento. No sólo esto, sino que con seguridad habrá competidores que intentarán mejorar para las próximas carreras y otros que directamente renunciarán y se dedicarán a otro deporte. Todo esto es parte de la competencia.
Con respecto a los precios, claramente juegan un rol muy importante en este proceso de competencia, de descubrimiento, ya que van dirigiendo la atención hacia aquello que vale la pena ser descubrirlo. De esta forma el mercado aparece como un “orden espontáneo” donde se da encuentro al conocimiento disperso de los distintos individuos y la competencia guía el proceso de coordinación y descubrimiento de los distintos “datos”. De esta forma el “orden espontáneo” del mercado posee entre otras ventajas, la de utilizar el conocimiento de todos los individuos concurrentes y no el de una autoridad central, y la de servir a los fines propios de dichos individuos, siendo estos los objetivos fijados por ellos mismos. Los precios de mercado (libres de intervención) actúan como señales que transmiten información y que permiten a los agentes realizar el cálculo económico, y así guiar su actividad en el mercado.
Economía vs. Catalaxia.
Queda una cuestión interesante a tratar, de Hayek, y de la cual no se puede dejar de hacer referencia, sobre todo teniendo en cuenta el medio en el cual estas notas están publicadas. Estamos hablando de la distinción entre “economía” y “catalaxia”.
Hayek afirma que una “economía” en estricto sentido del término, es “…una organización u ordenamiento en el que alguien adjudica deliberadamente recursos a un orden unitario de fines” [8]. A esto agrega que el socialismo se organiza como una “economía” en sentido estricto. Esto ocurre ya que los medios a usar y la escala de fines perseguidos están establecidos por una autoridad central. El término “economía” en sentido estricto también puede utilizarse para describir una casa, una granja o una empresa, lugares donde existe un ordenamiento deliberado de los recursos al servicio de un objetivo también determinado.
Frente a esto, propone que “…denominemos al orden espontaneo del mercado una catalaxia, guardando analogía con el término ‘cataláctica’…” [9]. Afirma que en la “catalaxia” la ordenación de los fines no está dada por una única jerarquía. En la “catalaxia” nadie puede prever lo que cada individuo aportará ni lo que obtendrá. Los resultados obtenidos por cada participante están determinados por un lado por las circunstancias externas que se encuentran fuera de su control y por el otro por la habilidad o esfuerzo que aplique. “Cada cual es remunerado con el valor que sus servicios tengan para quienes fueron prestados” [10].
Epílogo.
Como se ha hecho notar a lo largo del presente artículo, si bien en forma breve y no taxativa, no puede dudarse de la importancia de la obra profesor F. A. Hayek para con las Ciencias Sociales en general y con la Economía en particular, disciplina en la cual realizó aportes principalmente en tres áreas: Teoría de los Precios ( como una red de transmisión de información), Teoría del Capital (conjunto heterogéneo de bienes), y Teoría Monetaria (las distorsiones provocadas por las expansiones o contracciones monetarias), no siendo, de esta forma, menos que merecido el presente homenaje.
Referencias:
[1] F. A. Hayek (1945): “The Use of Knowledge in Society”; The American Economic Review.
[2] Cachanosky, J. C. (1984); “La Escuela Austríaca de Economía”, Revista Libertas N° 1
[3] Klain, Peter (1999); “F. A. Hayek: Austrian Economist and Social Theorist”; en 15 Great Austrian Economist; Ludwing von Mises Institute; Auburn.
[4] Declaración del Comité del Nobel 1974.
[5] Klain Peter, op. cit.
[6] Garrison, R. W. (2001); Tiempo y dinero. La macroeconomía de la estructura del capital; Unión Editorial; Madrid.
[7] Hayek, F. A. (1945); op. cit.
[8] Hayek, F. A. (1968); “La competencia como proceso de descubrimiento”;
[9] Hayek, F. A. (1966); “Los principios de un orden social liberal”
[10] Ibidem.
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Fecha de publicación: 29/03/2010
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