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OLIVER E. WILLIAMSON Y LA NUEVA ECONOMÍA INSTITUCIONAL. Entrevista al Prof. José Luis Pellegrini.

Williamson - Pellegrini

Por Marcelo C. Ballardini, Ariel R. Tejera y Leandro A. Verón.


En ocasión de la reciente entrega del Premio Nobel de Economía, por el cual fueron laureados O. Williamson y E. Ostrom, consideramos pertinente realizar una entrevista a un destacado profesor e investigador de nuestra Facultad, el Lic. José Luis Pellegrini [1]. Es muy importante señalar que el Lic. Pellegrini -aunque él mismo humildemente lo minimice- es un ferviente estudioso de la obra de Williamson, de allí que hayamos pensado en solicitarle que nos ilustre sobre las aportaciones de este prestigioso economista. Además, nuestro profesor es uno de los pioneros en el país en la introducción del pensamiento de este autor dentro del programa de grado de una carrera universitaria, tal como lo ha hecho en la Licenciatura en Economía de la U.N.R.

Por todo ello, y dado el relativo desconocimiento de Williamson y su obra por parte de muchos estudiantes como del público en general, creemos que serán sumamente edificantes las siguientes respuestas del Lic. Pellegrini a las preguntas planteadas por los miembros de www.CATALACTICA.com.ar.


M.C.B.: ¿A que corriente del pensamiento pertenece Williamson? ¿Qué lugar ocupa ésta en el ambiente académico?

J.L.P.: Bueno… él es el principal exponente de una de la corrientes de la Nueva Economía Institucional, la más microeconómica de ellas, a diferencia de North que es mucho más histórico; y fue él, mucho más que North, quien popularizó a la Economía de los Costos de Transacción, otra de las formas de denominar a la Nueva Economía Institucional, a mi juicio, incorrecta. Además, la Nueva Economía Institucional, dentro de la corriente ortodoxa es relativamente marginal -aunque no es rechazada- y la miran con respeto, quizás porque no sea demasiado heterodoxa. De hecho, en nuestro país la primera cátedra de grado en incluir estos temas es la materia Economía de Empresas de la U.N.R., y luego mucho tiempo después empezaron a aparecer en los posgrados y doctorados. Aunque este enfoque tiene mucho más peso en las escuelas de Administración.


L.A.V.: ¿Cómo llegó usted a este economista?

J.L.P.: Por dos caminos…El primero, a través del primer Williamson, que no era Institucionalista sino Conductista, y aparecía como referencia en cursos que realicé a principios de los 80’ sobre este tema. Él formaba parte de un grupo de gente que trabajaba en la Universidad Carnegie Mellon, que era el centro en donde se estudiaba este tema; y fue el último de los conductistas.

El otro, cuando comencé a armar la materia Economía de Empresas; entonces me encontré con otra corriente que podríamos llamar la Economía de la Organización y ahí apareció de nuevo Williamson. Esta corriente se formó a partir de material desarrollado por economistas pero pensándolo principalmente para aplicarse a la Administración. Esto último, en parte como respuesta a la pérdida de interés en el estudio de la economía hacia finales de los 80’ y principios de los 90’; cabe destacar que en el modelo de estudios anglosajón hay una clara separación entre lo que es Economics y Business, cosa que en el modelo que deriva de Francia y de Italia no sucede. Entonces, las ideas de Williamson, en sus libros clásicos, fueron recuperadas por la gente que venía del Business, aunque con otros agregados que lo diferencian un poco de lo que se da en nuestra materia.


A.R.T.: ¿Cuáles son las fortalezas de la corriente Nueva Economía Institucional?

J.L.P.: Esta corriente tuvo, y tiene todavía, un desarrollo importante porque sus modelos e hipótesis han dado mucho fruto. Tienen una gran capacidad explicativa, mucha capacidad predictiva y es un tema del que la Microeconomía Neoclásica simplemente no dice nada; no son alternativas sino que en cierta forma se complementan.

Respecto de esto que decimos, hay que aclarar que existe un problema de comunicación ya que la gente formada en la Economía Neoclásica anglosajona si no ve matemática no considera que eso sea Economía, y ésta [la Nueva Economía Institucional], es un enfoque que no utiliza nada de formalización matemática, es literario. Además, Williamson en especial es un autor muy difícil, muy oscuro… el hecho de que no utilice formalismo matemático no significa que sea sencillo, nunca define los conceptos con claridad y cuando lo hace, más adelante los redefine y no avisa. Por ejemplo: el concepto de transacción que está bien claro en Las Instituciones Económicas del Capitalismo, en el siguiente libro es distinto, y en sus escritos de finales de los 90’ es casi inentendible.


A.R.T.: ¿Cuáles son las principales líneas de investigación de Williamson? ¿Cuáles fueron sus aportes más importantes y por cuál recibió el Premio Nobel?

J.L.P.: Para mí, Williamson tiene dos momentos claramente definidos: el primero, que va desde 1971-72 a 1986-87. Aquí escribió su primer artículo como institucionalista, donde trata las fallas del mercado. En este momento, se podría decir que el núcleo del trabajo de Williamson es el tema de la Integración Vertical, donde se plantea el estudio de la dicotomía clásica de la existencia de los casos polares que se encuentran en las jerarquías y los mercados como formas de organización económica. Esto, a la vez, lo fue llevando hacia el estudio de diversos temas relacionados, por ejemplo, en el caso de la televisión por cable, cómo diferentes modos de licitación pueden generar una situación competitiva o no.

Entonces, es una época donde el tema central es ése, dicha dicotomía. Podría decirse que por eso le dieron el Nóbel, por el tema de la autoridad, o el mando como forma de coordinación. Un tema muy importante es el de la gobernanza, término que mal se tradujo al castellano, donde una de las cuestiones centrales es que la gobernación de las relaciones contractuales son privadas y no públicas. Aquí hay una gran innovación ya que hasta ese momento lo que se pensaba era que había un marco jurídico y las instituciones públicas se encargaban de aplicarlo. Pero, la innovación de Williamson, para mí radical, es que los acuerdos contractuales en realidad se gestan también en el ámbito privado y se establecen modos de gobernación de las relaciones que modifican, alteran o sustituyen no solo al mercado, sino también a la ley. Se podría decir, que el aporte de Williamson es haber integrado conceptos que venían de la Economía Conductista –Simon-, de la Administración -Simon y fundamentalmente Chester Barnard- y de la corriente anglosajona del Derecho, y haberlos aplicado a una multiplicidad de fenómenos.


M.C.B.: Y respecto a la segunda etapa….

J.L.P.: Una etapa distinta comienza desde fines de los ´80 y principios de los ´90. Empieza a enfatizar sobre temas que estaban antes, pero que quedaron oscuros.

El primero, la cuestión de los híbridos. Situaciones en que el mercado y la jerarquía están mezclados. Él, ya lo había trabajado; este tema está en Las Instituciones económicas del capitalismo, y también antes, cuando hizo estudios de la forma M. Ésta [la forma M], no es una jerarquía, es un híbrido porque tiene elementos de la jerarquía pero además un mercado interno de capitales, lo cual la convierte en un hibrido. Pero a partir de ese momento empieza a agregar otras cosas. Una, es un tratamiento sistemático de los híbridos; después, una respuesta a las enormes críticas que le hicieron particularmente del lado de las Ciencias Sociales -diferentes a la Economía- porque al tiempo que trabajaba Williamson aparecen otras corrientes como, por ejemplo, de sociología económica o psicología económica, que tratan los mismos temas. Por ejemplo, hay un autor que estudió cómo se constituyó el mercado de electricidad en EEUU. No se lo atribuyó a ninguna de las cosas que nosotros se lo atribuiríamos sino a la red de relaciones que tenía Edison. En realidad, a la electricidad la venden por redes y no le venden a cada uno una maquinita para hacerse electricidad en su casa -que eran las dos alternativas posibles- porque un inglés que era amigo de Edison estableció una red de relaciones con el gobierno, entre otros, y resultó el primer método. Planteo difícil de creer porque la economía de escala algo tiene que ver con aquello. Este autor fue uno de los tantos que atacaron a Williamson.

Williamson, a partir de ese momento retoma las críticas que le hacen, y las asume, entonces empieza a ampliar el problema de las instituciones a otras cuestiones. Trata los híbridos, pero también trata cuestiones mucho más generales como el modo en que se organiza toda la sociedad. Hace referencia a varios niveles y se plantea que en realidad el tema de la economía institucional está en el penúltimo nivel, arriba están las instituciones sociales, la lengua, después vienen las instituciones del gobierno, después las instituciones económicas, y más abajo los problemas de los cuales se encarga la Microeconomía. Ésta última, da por resuelto que hay mercados, pero antes de eso, la Economía Institucional estudia bajo qué condiciones existen mercados, jerarquías o híbridos.

Además, en este período, incorpora muchas más cosas de North, que en los años anteriores; en ese entonces había como una competencia entre éstos dos modos de ver; North utiliza un concepto de costos de transacción que no es igual que el de Williamson, incluso habla de costos de negociación en algunos libros. Digamos que Williamson amplía y profundiza mucho más las cuestiones que están en el entorno del antiguo problema del mercado y jerarquía, ya no tanto a nivel social sino a nivel intermedio.

Y a partir de los años siguientes tiene una experiencia que influye sobre él, y destaco que esto es una interpretación mía: es enviado al banco mundial a ver la reforma de la Unión Soviética. Primero realiza una crítica terrible a lo que se hizo en la Unión Soviética. Lo dijo en una reunión del banco mundial: “me hubieran preguntado a mí, antes de hacer esto”, porque lo que crearon fue una serie de mafias, mercados negros, etc. No basta liberar al mercado para que haya un mercado libre. Se necesitan las instituciones, que eran lo que él había venido estudiando. De ahí en adelante, empieza a ampliar el modelo a cosas totalmente nuevas, principalmente en los últimos trabajos: las empresas públicas, la administración pública y, finalmente, incluye al gobierno. Termina explicando las funciones del gobierno en términos de costos de transacción. Y ahí es donde se vuelve un tanto confuso, porque habla de las transacciones soberanas, y da el ejemplo del ministerio de relaciones exteriores, entonces ahí me resulta difícil ver cuál es exactamente la transacción, yo puedo entender de qué se trata, yo puedo entender que es imposible privatizar el ministerio de relaciones exteriores porque hay costos de transacciones muy grandes pero la cuestión es en qué consiste exactamente la transacción, de qué se trata; que, por cierto, en Las Instituciones económicas del capitalismo está muy claro, no hay ninguna duda. Pero en este caso, debo forzar un poco mi imaginación para darme cuanta… nunca lo define. Y en el último trabajo amplía el modelo que yo suelo darle a mis alumnos, en el cual se parte del mercado, y así, por sucesivos pasos a medida que aumenta la especificidad de activos y se hacen más costosas las salvaguardas, se va pasando del mercado a una oficina pública.


L.A.V.: ¿Cómo se relacionan estas ideas con la ortodoxia económica?

J.L.P.: Esta es otra cuestión. Muchas de las ideas de Williamson fueron pasadas a la Economía Neoclásica, pero pasadas mal. Hay un artículo muy interesante de Kretz relacionado a este tema. Kretz es académico muy destacado, uno de los creadores del paradigma contemporáneo de la Microeconomía basada en la teoría de los juegos. En dicho artículo, que aparece en el libro que se publicó para festejar los 50 años de la naturaleza de la empresa, el cual incluye otros autores, entre los que se destacan Williamson y Winter, plantea los dos problemas que hay en esa transición. En primer lugar, el concepto de racionalidad limitada; cómo se incorpora la racionalidad limitada en el modelo neoclásico, racionalidad perfecta más costos de procesamiento de la información, entonces parecería ser que es racionalidad limitada, pero no lo es. Y después está el otro problema, que está relacionado a racionalidad limitada también, y que es clave: es que los costos de transacción no se pueden medir. Se estiman. Hay trabajos empíricos basados en encuestas a los agentes. Hay un estudio que se hizo sobre las empresas inglesas exitosas en el mercado internacional. Cuando entrevistaban a los empresarios, no les preguntaban “¿qué hace usted con los costos de transacción?”, porque es obvio que le iban a responder una tontería. Todos sabían qué eran, porque se derivaban de la experiencia en los negocios, pero ninguno indicó una forma de cuantificación. Y no se pueden cuantificar porque -y ahí está el otro problema con la Economía Neoclásica- tienen un grado de incertidumbre radical, porque no se sabe qué va a pasar con el contrato. Los costos de transacción sustanciales son el costo de renegociar, reformular o no cumplir el contrato. Entonces esos costos van a aparecer alguna vez en un futuro y no se tiene la menor idea de si se van a materializar y cuáles van a ser realmente. Porque son costos futuros. Y no se pueden sustituir -y ahí está el punto- por una estimación de probabilidades bayesianas, como haría un neoclásico que usa la teoría de la utilidad esperada. Entonces, el punto fundamental es ése, que los costos de transacción deben estimarse en función de sus determinantes, pero no se pueden cuantificar.


M.C.B.: ¿Esperaba que le otorgaran el Premio Nóbel a Williamson?

J.L.P.: No, francamente, no. Pero fue error de expectativas (risas). Aunque ellos han oscilado entre premiar lo que está de moda y premiar a la heterodoxia radical: premiaron a los creadores de los instrumentos financieros que generaron esta catástrofe, cuando estaban de moda en los ´90; pero también premiaron a los psicólogos que demostraron que la teoría de la utilidad esperada no funciona.

Unos días antes de la entrega, lo que yo pensaba, es que se lo podían llegar a dar a E. Fama. Pero claro, si hacían eso había que ir y prender fuego Estocolmo (risas); justo en medio de la crisis, laurear a uno de los creadores de la Hipótesis de los Mercados Eficientes…


A.R.T.: Algunos especialistas hubieran esperado que se lo otorgaran, no junto a Ostrom, sino a Arrow y Debreu. Usted cree que hubiera sido más…

J.L.P.: No, no, no, en absoluto, no. No, porque Ostrom es una variante del institucionalismo. Que yo sepa nunca han hecho esas mezclas; Arrow y Debreu son otro mundo. Por lo menos, el Arrow del modelo de equilibrio general. Porque hay otro Arrow, el de la teoría de la innovación y demás, pero si se lo junta con Debreu, se trata de un mundo diferente, no tienen nada que ver [con Williamson].


M.C.B.: ¿Cree usted que el Nóbel a Williamson estaría siguiendo una “tradición” o una “línea” con el de Hayek, Coase, Buchanan, North?

J.L.P.: Sí, sí, seguramente.


L.A.V.: ¿Qué importancia tiene este Nóbel para el Neoinstitucionalismo?

J.L.P.: Yo tengo la impresión de que en este momento hay una especie de decadencia porque Williamson dejó de escribir, o de publicar por lo menos, a principios de esta década. Si bien hay revistas destinadas a la Economía Institucional y numerosos autores, yo tengo la sensación de que después de los últimos trabajos de Williamson se generó una especie de parálisis, y que su gran tema también había pasado de moda, porque los años noventa fueron los años de la desintegración vertical. Es como que en la actualidad el mundo industrial no desapareció pero se fue a China, y el mundo de los servicios es muy distinto, las cosas no se ven con tanta claridad; está bien, si utiliza sus modelos para explicar el ministerio de relaciones exteriores evidentemente se puede aplicar para explicar el mercado de los servicios, pero no deja de tener sus complicaciones. Es indiscutible que en los noventas hubo un auge de estas cosas, fundamentalmente a partir de la reestructuración industrial de la década de los ’80 y los ’90. A mí me da la impresión de que aparecen otras cosas más importantes, que hoy por hoy lo que uno quisiera saber es cómo se genera la innovación; hoy la tecnología pasó a un papel mucho más central del que había tenido antes, y Williamson ha dejado de escribir, por lo que para mí hay, probablemente, una desactualización del tema.

A lo mejor, esta premiación, le dé un aire nuevo a estos temas; eso pasó con North: hasta la semana antes de que le dieran el Premio no había mucha gente que lo conociera y después se generalizó.


L.A.V.: ¿Cuáles deberían ser las líneas que deberían seguir investigando y profundizando los investigadores sobre el trabajo de Williamson?

J.L.P.: A mi me parece que el mundo de los híbridos está muy poco explorado, es más, yo particularmente estoy convencido de que mercado y jerarquía no existen, son casos imaginarios, que lo que en realidad existen son híbridos; [mercados y jerarquías] exageran, son casos tan polares que dejan a la mayor parte en el centro. Entonces, en los híbridos tenemos líneas o ideas con respecto de por qué y en qué proporciones se van a combinar. Pero falta el estudio más concreto, por ejemplo falta una teoría del franchising, así como tenemos una teoría del mercado y de la jerarquía; son cosas que deben ser profundizadas.

Después, hay otro tema, más para nosotros [los argentinos]: es que también hay un supuesto institucional, que Williamson tiene, porque él está pensando en el modo que los norteamericanos ven los problemas. Entonces, aquí [en Argentina] haría falta una adaptación, para mi habría que retrabajar el tema del oportunismo y además retrabajar el concepto de gobernación en un sistema jurídico que no es el anglosajón, en donde las leyes son mucho menos maleables y más dificiles de violar, todo al mismo tiempo. Me parece que lo que hay que profundizar es el significado de los conceptos jurídicos en el marco jurídico napoleónico, que es un mundo distinto del modelo anglosajón derivado del common law.


M.C.B.: En su opinión, ¿quiénes fueron los autores que más influyeron sobre Williamson?

J.L.P.: Sin lugar a dudas fue Simon.


L.A.V.: En la Argentina, ¿alguien más, además de usted, se dedica a estudiar a este autor?

J.L.P.: La verdad que yo no conozco a nadie que se dedique como me he dedicado yo. Pero trabajos, o gente que toman estos conceptos, hay en muchas partes, pero no conozco centros especializados en el tema; la verdad es que, si los hay, no los conozco.


M.C.B.: La materia de Economía de Empresas, en nuestra Facultad, ¿en qué año comenzó?

J.L.P.: En el noventa y cuatro.


A.R.T.: En otras Facultades de Economía, ¿hay materias similares que traten éstos temas?

J.L.P.: No, porque en realidad, el problema es que lo que se da como Economía de Empresa, en otros lados es Organización Industrial. Tanto es así, que cuando yo digo que soy profesor de Economía de Empresas, me dicen “ah, qué bien, da Organización Industrial”. Pero en realidad ese es un pedacito de Economía de Empresas, es un capítulo, una unidad, que hay que saberlo pero nada más. Pero, con este enfoque, yo sé que no hay nada. Ahora bien, en muchas materias, en posgrados, en general, se dan algunos temas, por ejemplo en el doctorado del CEMA dan uno de los libro que yo uso en clase. En Mendoza hay gente que toma los conceptos que están en el marco del Neo Institucionalismo y en la Universidad General Sarmiento también los utilizan bastante. Pero en ninguna parte hay materias como Economía de Empresas, porque sólo se da Organización industrial, o bien, se da una materia más de teoría de la firma neoclásica.

Los responsables de este sitio queremos agradecer al Prof. Pellegrini por habernos brindado generosamente su valioso tiempo y haber contribuido a explicar los ejes principales del pensamiento de Williamson y los problemas tratados por la Nueva Economía Institucional, a través de sus claras respuestas.


Notas

[1] Profesor, Investigador, Secretario de Ciencia y Técnica (Facultad de Ciencias Económicas y Estadística-UNR), y Director de la revista Saberes.

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Fecha de publicación: 02/11/2009


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