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¿Estimular la CATALAXIA?

Por Sheldon Richman [1].


El bullicio del último otoño e invierno en torno al así llamado paquete de estímulo económico me dejó pensando sobre cuán alejadas de la materia están las personas cuando hablan sobre “la economía”. Escuchar a los políticos y comentaristas decir que la economía es una gran máquina localizada en algún lugar de Washington DC. Que dicha máquina requiere un operador habilidoso, y que las elecciones son, en mayor o menor medida, ocasiones para elegir a ese operador.  A veces, la máquina aminora su marcha y necesita un estímulo – quizás una inyección de crédito barato, o gasto público, o incluso recortes de impuestos.  En otros tiempos corre el riesgo de sobre calentarse y debe ser enfriada – quizás mediante tasas de interés más altas o incrementos de impuestos.

Esta mala interpretación es fomentada por una buena parte de los profesionales de la economía, muchos de los cuales se ven a sí mismos como aspirantes a mecánicos.

Para exponer lo obvio: una economía no es una máquina. El término es una abstracción, incluso una metáfora, y siempre nos meteremos en problemas si tomamos las metáforas literalmente. Como bien le gustaba decir a F.A. Hayek, la palabra “economía” tiene sus raíces en el vocablo griego para hogar. (¿Se acuerdan de aquellos cursos de economía del hogar?). Aunque los hogares estén compuestos por individuos, puede ser pensados como una unidad en el sentido de que sus cuestiones financieras están en gran medida organizadas en torno un único conjunto de fines. (Existe un límite, por supuesto, respecto de cuán lejos se puede llevar esta idea).  Desde el momento en que aplicamos esta descripción a mayores grupos de personas, tomamos un mal camino. En cuanto comenzamos a hablar sobre la economía de la ciudad, del estado, o de la nación, cortamos nuestras amarras para con la realidad, porque esos grupos no tienen un mismo y único conjunto de fines.

Es por esto que Hayek prefirió el término “Catalaxia” al de “Economía”; proveniente de la palabra griega para “intercambio”. Una Catalaxia es “not a single economy but a network of many interlaced economies” [2] (Law, Legislation, and Liberty, volume 2)

Otro economista y Premio Nobel que fue sensible a esta cuestión es James Buchanan, uno de los pilares de la escuela de  Elección Publica en economía política. Sus preocupaciones se encuentran expuestas en el volumen de Liberty Fund What Should Economists Do? En el ensayo así titulado (originalmente una conferencia en el año 1963), Buchanan identifica lo que solo puede ser descripto como la premisa colectivista central de la mayoría de las economías, a saber: alguna entidad mayor que el individuo – usualmente la nación – debe asignar recursos escasos.

Mucho de los pesos pesados de la economía del siglo veinte – no solo socialistas – lamentablemente permitieron que esa premisa se mantuviera. Buchanan señaló: Lionel Robbins nunca identificó a quien debía realizar la asignación; Frank Knight atribuyó la actividad económica a la “organización social”; e incluso Milton Friedman sostuvo que (cita de Buchanan) “economics is the study of how a particular society solves its economic problem” [3].  No es que esos hombres no se dieron cuenta de que los grupos se componen de individuos. Pero como economistas, Buchanan teme, ellos dieron con demasiada facilidad la impresión de que la economía brinda una solución de grupo a un problema de asignación. Hay un pequeño paso de un grupo a una máquina.

Esa no es la forma en que Buchanan ve a la economía. En contra de la vision de que la economía consiste en un “means of accomplishing the basic economic functions that must be carried out in any society” [4], él cree que “The market or market organization is not a means toward the accomplishment of anything. It is, instead, the institutional embodiment of the voluntary exchange processes that are entered into by individuals in their several capacities” [5]. Agrega: “This is all that there is to it” [6].

Contemplen qué diferente es esta concepción de economía respecto a la impresión general. Como escribe Buchanan, “Individuals are observed to cooperate with one another, to reach agreements, to trade. The network of relationships that emerges or evolves out of this trading process, the institutional framework, is called ‘the market.’ It is a setting, an arena, in which we, as economists, as theorists (as onlookers), observe men attempting to accomplish their own purposes, whatever these may be” [7].

En dicha concepción de economía, ¿dónde hay un lugar para palabras como “sobrecalentamiento”, o “enfriamiento”, y “estímulo”?


Subjetivismo económico.


En otro ensayo de su libro, “General Implications of Subjectivism in Economics”, Buchanan hace gala de su afinidad con la Escuela Austríaca de Hayek y Ludwig von Mises. Aquí él escribe, “The principle that exposure to economics should convey is that of the spontaneous coordination [of individuals] which the market achieves. The central principle of economics is not the economizing process” [8]. Y nos advierte que la economía se convertirá en “applied mathematics or engineering” [9] si sus practicantes creen que lo es.

El subjetivismo en economía es el reconocimiento de que el fenómeno económico emerge de lo que los humanos creen, piensan y hacen, y no de datos que podrían no conocer o de extraños agregados estadísticos y promedios. El subjetivismo es un buen seguro contra la idea de ver a la economía como una máquina y al gobierno como su vital encargado. O, como lo pone Buchanan, “to the extent that subjectivism tends to concentrate attention on the interaction among persons and away from the ‘economic problem,’ an understanding of the principle of order is facilitated rather than retarded” [10].

El subjetivismo puede ser visto más crudamente en relación a la noción de costos. Muchos teoremas económicos (y la injerencia burocrática) se refieren a los costos como objetivos. Después de todo, si quienes nos colocarían en el tablero de ajedrez nacional, han confesado que no son capaces de conocer los costos de sus maniobras, es claro que se les complicará más aun justificar su poder.

Pero ellos no pueden conocer esos costos. “The costs that influence ‘choice’ are purely subjective and these exist only within the mind of the decision-maker” [11], escribió Buchanan. Cuando uno confronta dos alternativas, uno está realmente confrontando dos proyecciones mentales sobre lo que el mundo podría ser en el futuro. Cualquiera de las dos proyecciones podría ser errónea. A lo sumo, son conjeturas. Y ya que uno de esos dos mundos imaginados nunca se materializará, quien elije nunca conocerá si estaba equivocado sobre aquel. Pero ese mundo no percibido es el verdadero costo de la alternativa elegida porque ese mundo es lo que quien elije rechaza. Generalmente pensamos en costos como pagos en términos de dinero. Pero, mientras que el dinero es indispensable para realizar cálculos, no expresa el verdadero costo de oportunidad de una elección. Nadie desea dinero por el dinero mismo, sino por lo que puede comprarse en el presente o en el futuro con aquel.

Una economía está compuesta por personas cooperando para mejorar sus situaciones. Mientras que un “paquete de estímulo” no es fundamentalmente objetable por su impacto en las cuentas. (Recortes de impuestos son siempre bienvenidos). Es objetable por su racionalidad. El gobierno debe tratar de mantenerse alejado de la actividad productiva en todo momento, no sólo cuando los números son demasiado altos o demasiado bajos.


Notas.


[1] N. de T.: Este artículo, “Stimulate the Catallaxy?”, fue publicado en The Freeman en Abril de 2002. Su autor es Sheldon Richman (es editor de The Freeman y de TheFreemanOnline.org, contribuyó a The Concise Encyclopedia of Economics, es autor the Tethered Citizens). La traducción para www.CATALACTICA.com.ar estuvo a cargo del Lic. Marcelo C. Ballardini y de Ariel R. Tejera, contando con la correspondiente autorización del autor. Las ideas y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente coinciden con las de los traductores o con las del Comité Editor de www.CATALACTICA.com.ar.

[2] N. de T.: “no una economía individual sino una red de muchas economías entrelazadas”.

[3] N. de T.:”La economía es el estudio de como una sociedad en particular resuelve el problema económico”

[4] N. de T.: “medio de lograr las funciones económicas básicas que se deben realizar en cualquier sociedad”.

[5] N. de T.: “El Mercado o la organización de Mercado no es un medio hacia el logro de nada. Es, en cambio, la encarnación institucional de los procesos de intercambio voluntario en los cuales entran los individuos en sus distintas capacidades…”

[6] N. de T.: “Esto es todo lo que hay respecto de esto”

[7] N. de T.: “Se observa que los individuos cooperan unos con otros, para lograr acuerdos, para comerciar. La red de relaciones que emerge o resulta de la evolución de este proceso de intercambio, el marco institucional, es llama “el mercado”. Es un marco, una pista, en la cal nosotros, como economistas, como teóricos (como observadores), vemos al hombre tratando de lograr sus propios objetivos, cualquiera estos sean”

[8] N. de T.: “El principio que la exposición a la economía debería transmitir es aquel de la coordinación espontanea [de los individuos] la cual es lograda por el mercado. El principio central de la economía no es el proceso economizante.”

[9] N. de T.: “matemáticas aplicadas o ingeniería”

[10] N. de T.: “en la medida que el subjetivismo tiende a concentrara su atención en la interacción entre las personas y alejarse del “problema económico”, un entendimiento del principio de orden se ve facilitado más que retrasado.”

[11] N. de T: “Los costos que influencian a la “elección” son puramente subjetivos y estos existen solo dentro de la mente del que realiza la elección”


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Fecha de publicación: 19/09/2010


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